
Las Apariencias Engañan: La Hormiga y la Crisálida (Fábula de Esopo)
Una Hormiga llegó corriendo ágilmente bajo el sol en busca de comida, y se cruzó con una Crisálida que estaba muy cerca de su tiempo de cambio. La Crisálida movió su cola, y así atrajo la atención de la Hormiga, quien entonces vio por primera vez que estaba viva.
-¡Pobre, lamentable animal! -exclamó la Hormiga con desdén-. ¡Qué triste destino el tuyo! Mientras que yo puedo correr de un lado a otro, a mi antojo, y, si lo deseo, subir al árbol más alto, tú yaces preso aquí en tu caparazón, con tan solo el poder de mover una o dos articulaciones de tu cola escamosa.
La Crisálida escuchó todo esto, pero no intentó dar respuesta.
Unos días después, cuando la Hormiga pasó de nuevo por ese camino, no quedaba nada más que el caparazón. Preguntándose qué había sido de su contenido, se sintió repentinamente sombreado y abanicado por las hermosas alas de una bella Mariposa.
-¡Contempla en mí, -dijo la Mariposa-, a aquella amiga por la cual sentías tanta lástima! Presume ahora de tus habilidades para correr y escalar mientras puedas hacerme escucharte.
Diciendo esto, la Mariposa se elevó en el aire y voló en lo alto con la brisa del verano, pronto se perdió de vista de la Hormiga para siempre.
Moraleja: las apariencias engañan.